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jueves, 5 de abril de 2012

Necesitaba descansar...

¿Lo ves, lo notas? ¿El qué? Pues todo lo que sientes ahora mismo. ¿Es nostalgia? ¿Es miedo? ¿Es cansancio? ¿Es alegría? ¿Es confusión? Mientras lees ésto sólo dejas de pensar en lo tuyo para pensar en lo nuestro. ¿Funciona? Ahora piensa, piensa en todo lo que tú quieras. Soy paciente. Voy a estar justamente aquí, esperándote. ¿Hola? ¿Sigues ahí? Bien. Pues sigo.



Abre tu ventana. ¿Tienes frío? Aguanta, aguanta un poco más. Inspira. Más fuerte. Más. Ahora expira y saca todo lo que tú quieras. Temores, remordimientos, lo que quieras.



Sigue tumbado. No, no abras los ojos. Pon tus manos encima de tu pecho. Escucha cada latido. Relájate. Recuerda tu infancia. Recuerda a tus mejores amigos. Recuerda cómo se fueron. ¿Duele? Aguanta, aguanta. Recuerda la primera bronca de tus padres. Recuerda cómo te ayudaron. Recuerda tu primer amor. Recuerda cómo te dolió quererle. Recuerda al siguiente. Recuerda los nervios. Piensa en toda esa gente que quieres. Están contigo, están ahí. ¿No los ves? Yo sí, tranquilo.



Sé que no estás tan cómodo como en una cama, pero eso ya no importa. ¿Escuchas la música? Sí, es bastante fúnebre, pero no me dejaron poner otra más alegre. Sí, está oscuro, tú sigue con los ojos cerrados, ¡cómo si pudieras hacer otra cosa! ¿Te da miedo la oscuridad? ¿No? Mejor, porque ahora no sé adónde irás. Tranquilo, tranquilo. Esa arena la he tirado yo. Es mi manera de decirte adiós. No, no estoy llorando, estoy recordando nuestros momentos.



¿Que me vengue de la muerte? No, no, no, entonces no me querrá llevar contigo.

domingo, 8 de enero de 2012

Dr. Staniland

-Hola, soy Derek Reymond. Estoy aquí para hacer las prácticas de las que hablan en su web. Prácticas para forense.


-Sí, claro. Le estábamos esperando. Venga, por aquí, voy a presentarle a nuestro forense, Staniland. Es uno de los mejores del mundo.



Ese amable agente me llevó hacía una sala gris, muy fría. Parecía sacada de la Edad Media. Una única luz alumbraba una mesa de madera. En esa mesa había un cuerpo, muy pálido, tapado por una sábana gris. Se escuchaba una voz, supuse que de Staniland, pero no lograba entender lo que decía. Cuando estuvimos más cerca entendí que le estaba preguntando al cadáver sobre su familia.



-Staniland, -dijo el agente- aquí está tu chico de las prácticas.



-Hola, señor, soy Derek Reymond.



Cuando se giró vi que era un anciano, con el pelo muy alborotado, unas gafas pequeñas de metal, una barba muy dejada y unos dientes amarillentos.



-¡Por fin está aquí! Mi cadáver se estaba quedando frío, así que ya he realizado la autopsia, lo siento. Usted estará presente en la próxima. Venga, que le explicaré como sacar información a alguien que no quiere hablar.



El agente se despidió y salió de aquella tenebrosa sala. Me quedé a solas con aquel viejo loco. Empezó a moverse nervioso alrededor del cadáver, se ajustó las gafas, me miró y empezó a explicar.



-Lo primero que debe hacer es preguntarle, al cadáver, todo lo que se le ocurra. Es verdaderamente increíble cómo el cadáver puede “hablar” y mantener su última “conversación” con el forense, en este caso yo. Después debe de esterilizar todos los utensilios y, una vez se ha ganado la confianza del cadáver, puede empezar a inmiscuir todo lo que quiera. La autopsia se inicia abriendo la bóveda del cráneo examinando el cerebro, después el cuello, el tórax, el abdomen y, por último, la zona genital. ¡Ni se imagina lo mucho que ha hablado este cadáver! Murió de asfixia por estrangulamiento, mire, venga, ¿ve estas pequeñas manchas rojizas en la pleura? Se llaman petequias. Estas contusiones demuestran que hubo una pelea antes de ser asfixiado. Estas marcas en las muñecas indican que ha estado atado, de hecho, apareció atado como si fuera un jamón, colgando de las muñecas. Todas estas heridas en la planta del pie dan a entender que anduvo descalzo durante horas. También me ha hablado del agresor, es zurdo. Las heridas en la parte derecha de la cara son mucho más profundas que las de la parte izquierda. El agresor se arrojó encima de él para estrangularle. Es decir, el cadáver estaba estirado en el suelo cuando murió. Mire, acérquese, toque aquí, ¿nota la fractura? El agresor le fracturó tres costillas. Y, por último, me ha dicho que murió a las 22:15h de la noche. En realidad, me lo han dicho sus ojos. En concreto, el potasio del humor vítreo, el líquido que se encuentra detrás del iris. Ya ve, se ha perdido una gran charla con este cadáver -concluyó el forense.



-¿Le puedo hacer una pregunta, doctor? -pregunté un tiempo después, mientras recogíamos el material.



-Claro, dígame. Conmigo puede hablar sin necesidad de abrirme.



-Antes, cuando he entrado, le he escuchado hablar con el cadáver sobre su familia. Me gustaría saber por qué lo hacía.



-Sencillo. En sus cosas encontré su cartera y no había fotos de la familia. Todos llevamos, en la cartera, fotos de la familia. ¿Por qué él no? ¿Usted qué cree?



-Puede que no tuviera. Puede que fuera un mendigo.



-¡Eso podría explicar por qué las plantas de los pies estaban tan deterioradas! Espere aquí, ahora mismo vengo.



El doctor salió corriendo de la sala. Miré al cadáver y sentí pena. Pena por él, por mí, por todos. Mientras reflexionaba, me fijé en su cabello. Me acerqué más y vi que tenía piedras en la parte trasera de la cabeza. Cogí unas pinzas e introduje alguna de esas piedras en un sobre de plástico. De pronto, la puerta se abrió y entró el doctor exhausto, gritando:



-¡Es usted un genio! ¡Claro que era un mendigo! Cuando examiné sus cosas encontré esta tarjeta y no tenía ni idea de qué era. Es una tarjeta de un comedor social, de una de las zonas del West End.



-Es muy posible que lo estrangularan allí mismo. He encontrado unas piedras en su cabello. Es muy probable que haya una cierta relación.



-Me gusta su manera de pensar. Llegará lejos, amigo, llegará muy lejos. ¿Le apetece pasarse por el West End?