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martes, 26 de marzo de 2013

¿Volverías por mí?

Querido,

Que te fueras ya no duele, sólo desangra. No entiendo por qué parece que me fui yo, si en realidad te fuiste tú. Me sobran habitaciones, me sobra cama, me sobra cocina, me sobra dolor. ¿Sabes cuántas cosas te llevaste en esa maleta? La puerta ya no se abre a nadie más, pero está entornada por si te da por volver. Los cuadros dejaron los colores para otra época y decidieron invernar. Las flores se marchitaron aunque fueran de plástico. Las cortinas se cerraron con llave. Las sillas están cojas. La almohada ya no sueña. Los zapatos ya no vuelan. Las paredes se derriten. La televisión se quedó sorda. Los papeles se volvieron negros. Y yo... Bueno, yo aún me estoy buscando.
Vivo con la soledad, y no sabía que era tan fría. No hay abrigos suficientes en los que cobijarme. El sol se quedó sin rayos. Y tú no estás, tú no estás. Te llevaste mi verano, mi primavera, mi otoño y mi invierno. Te llevaste la llave del calor. Ya no me importa por qué te fuiste, sólo me importa por qué no vuelves. Estás a tiempo de volver, ahora y siempre. No te lo voy a negar, estoy deseando que vuelvas. Te fuiste tan rápido... Te fuiste tan rápido que no me dijiste ni dónde guardaste mi corazón. Ah, espera. Si te da por volver, compra el pan de camino.

Te quiere, Virginia.

sábado, 16 de marzo de 2013

Embotamiento crónico

Hoy es el día. Hoy es el gran día.
Coge el botecito marrón, el único amigo que ha tenido estos días, y se sienta en la cama. Se ha puesto sus mejores galas, por si acaso. También ha ordenado su cuarto, así está mejor. Lo abre, se siente como una niña pequeña que va a comer las galletas prohibidas. 


A ver... Una... Una por la vida. Dos por las dietas de mi madre. Tres por las burlas de las chicas del colegio. Cuatro... Cuatro por estas piernas. Cinco por la talla 34 en la que nunca cabré. Seis por toda la lechuga que he comido. Siete por Andrés. Ocho... Ocho por la secretaria de Andrés. Nueve por la guarra de la secretaria de Andrés. Diez porque él la prefirió a ella. Once... 



Ya está bastante mareada... Los ojos se le cierran, pero se esfuerza en mantenerlos abiertos. Quiere sentirlo todo. Necesita abrir la boca para respirar; le falta oxígeno. Sólo un poco más.



Once por los "gorda" que me han soltado. Doce por... Doce porque sólo soy una foca. 



Las lágrimas acompañan a sus frenéticos dedos que entran y salen del botecito marrón, llevando el contenido a su boca.



—¿Trece? Trece por mi suerte. Ca... Catorce por el amor que... Que me han negado tantas veces. Quin... Quince por las chicas a las que no me parezco... 



La última, ya no hay más. Puede que la suerte le sonría por primera vez en la vida.



—Die... Di... Dieciséis... Por mí y...



Su cuerpo cae, sobre el almohadón puesto a propósito, a la vez que el botecito de Prozac.


lunes, 4 de marzo de 2013

Quiero amor o...

Querido destino, Reyes Magos, Dios, Superman o cualquier fuerza sobrenatural:


Tengo un problema... No sé si se me olvidó renovar el carné de habitante del Universo, o cuando pasasteis por mi calle yo estaba durmiendo, o si simplemente os doy igual. Pero, ¡quiero amor! No ese amor de "aquí te pillo, aquí te mato", ni ese amor de "vamos al baño", ni ese amor de estar por casa. No, no, ¡yo quiero amor! Con todas las letras y en mayúscula: A-M-O-R.

Quiero a alguien que pueda soportar mi humor negro, a alguien que no se enfade cuando se me olviden las cosas, a alguien que no le importe que me ponga sus zapatillas, a alguien con quien quejarme de mis amigas, a alguien de quien quejarme con mis amigas, a alguien con quien discutir por cosas tontas, a alguien con quien reírme al recordar lo tontos que hemos sido, a alguien que acabe harto de oírme hablar y cambie de tema repentinamente, a alguien que me pille el pelo mientras dormimos, a alguien que me regañe cuando me muerda las uñas, a alguien que no se vaya corriendo cuando me enfade, a alguien a quien jurarle amor eterno.


Eso es, quiero amor o, en su defecto, un exprimidor de naranjas. Sí, un exprimidor de naranjas estaría muy bien.