Querido,
Que te fueras ya no duele, sólo desangra. No entiendo por qué parece que me fui yo, si en realidad te fuiste tú. Me sobran habitaciones, me sobra cama, me sobra cocina, me sobra dolor. ¿Sabes cuántas cosas te llevaste en esa maleta? La puerta ya no se abre a nadie más, pero está entornada por si te da por volver. Los cuadros dejaron los colores para otra época y decidieron invernar. Las flores se marchitaron aunque fueran de plástico. Las cortinas se cerraron con llave. Las sillas están cojas. La almohada ya no sueña. Los zapatos ya no vuelan. Las paredes se derriten. La televisión se quedó sorda. Los papeles se volvieron negros. Y yo... Bueno, yo aún me estoy buscando.
Vivo con la soledad, y no sabía que era tan fría. No hay abrigos suficientes en los que cobijarme. El sol se quedó sin rayos. Y tú no estás, tú no estás. Te llevaste mi verano, mi primavera, mi otoño y mi invierno. Te llevaste la llave del calor. Ya no me importa por qué te fuiste, sólo me importa por qué no vuelves. Estás a tiempo de volver, ahora y siempre. No te lo voy a negar, estoy deseando que vuelvas. Te fuiste tan rápido... Te fuiste tan rápido que no me dijiste ni dónde guardaste mi corazón. Ah, espera. Si te da por volver, compra el pan de camino.
Te quiere, Virginia.