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martes, 20 de febrero de 2024

Gloria


"Desde el principio", dijo ofreciéndome la taza de café. Siempre he creído en las casualidades y ese día de lluvia decidí ir en coche al trabajo. Me desvié por un puente para evitar la autopista en la hora punta. La falta de visibilidad me hizo apretar con fuerza el volante, meter primera e ir lo más despacio posible. Mientras lo cruzaba, aprecié una figura sentada en la baranda, a mi derecha: una mujer mirando al vacío. Me imaginé lo peor y salí corriendo hacia ella. Tal era la tormenta que apenas me escuché cuando le grité que bajara. Torpemente, intenté llamar a emergencias. Cuando estuve casi a su lado y la lluvia me dejó verla mejor, su mirada me paralizó. Negó con la cabeza e intuí una súplica. Se me ocurrieron mil cosas que decir, pero de mí no salió ni una sola palabra. Dejé caer el móvil y me acerqué más, quedando a su lado. Una de sus manos se agarraba a la baranda y la otra tiritaba sobre su regazo. Le ofrecí la mía y la apretó, cerrando los ojos. Entonces, la besó y la soltó. Volvió a mirarme y me sonrió agradecida, creo. Sonreí, asentí y me alejé. "¿Por qué no la detuvo?", preguntó el señor agente. "Por piedad", respondí.

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