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martes, 20 de febrero de 2024

Ponme ron


Cuando me caía de pequeña, mi madre me decía que había que echar alcohol a la herida, pero siempre me dio miedo. "Si escuece, es que cura". Me parecía retorcido añadir más dolor al que ya sentía, por eso siempre preferí yodo y tiritas divertidas. Lástima que nunca hubo nadie para curarme las heridas, ni con alcohol, ni con yodo, ni con tiritas. Pero sí lo hubo para hacerme más. La piel cicatrizó eventualmente, pero el dolor de oídos por los gritos, el del estómago por el miedo, el del corazón por la culpa... Ese sigue presente y descubrí que para esas heridas el alcohol no escuece. Tampoco cura, pero algo es algo, así que ponme ron. No quiero recordar esta noche, ni este día... Ni esta vida. Necesito silencio y confusión, porque la verdad es muy ruidosa, así que ponme ron. El tintineo de las botellas me hace sonreír y alejar fantasmas. Me hace querer retroceder en el tiempo y defender a una niña pequeña que creció con demasiadas heridas. Que sólo quería huir, como ahora, pero no pudo. Que se asustaba con el sonido de las llaves, con una voz a través del teléfono, con los pasos por el pasillo, con los susurros entre dientes, con las llamadas perdidas... Que estaba y se sentía sola. Que escuchaba constantemente un "no molestes", un "alegra esa cara", un "yo te daré motivos para llorar"... Un "me arrepiento de haberte tenido", un "yo ya no tengo hija". Así que sí, me gusta ese tintineo y, no lo volveré a repetir, ponme ron.

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